Historia

Historia
Historia

Las tierras de Cabañas del Castillo y su término estuvieron pobladas desde la Prehistoria, como lo demuestran las pinturas rupestres conservadas al abrigo de su cuevas.

De finales de la Edad de Bronce (siglo IX a. C.) es la estela del guerrero encontrado por Don Mario Rosso de Luna en un monte cerca de Solana. Aunque se pensó que era una losa funeraria, probablemente representa a un personaje importante de la sociedad de la época capaz de controlar el comercio que circulaba por sus territorios.

Tras la invasión árabe en el siglo VIII las tribus bereberes nafza, procedentes del norte de África, poblaron la comarca. Se dedicaban al pillaje de las zonas cristianas y dejaron importantes vestigios como el castillo de Cabañas (aunque la obra que se conserva es posterior) y el poblado y castillo árabes de Solana.

Después de la reconquista definitiva de Trujillo por los cristianos en 1232, Cabañas acabó en manos de los caballeros de la Orden de Calatrava. Alfonso X el Sabio se la compra a esta orden y en 1272 la vende al concejo de Trujillo por 30.000 maravedíes, con la condición de que derribe los muros del castillo y el patronazgo de las iglesias siga siendo real, como lo será hasta el siglo XIX.

En 1375 el Rey Enrique II (llamado de las Mercedes), concede por privilegio rodado la Villa de Cabañas y su término a Don García Álvarez de Toledo, Señor de Oropesa.

En 1430 el señorío de Oropesa se convierte en condado. Cabañas y su territorio seguirán perteneciendo hasta el siglo XIX a este condado, que a finales del XVIII se integra en la Casa de Alba y después en el Ducado de Frías.

Hasta finales del siglo XIX el municipio de Cabañas lo componían la villa de Cabañas, conocida entonces como Cabañas de la Peña, Navezuelas (que se independiza en los años 20 del siglo XX), Retamosa, Roturas, Solana y el Medio Robledo, perteneciendo el otro medio a Deleitosa.

Había otro lugar poblado conocido como Torrejón, cerca de Roturas, que debió despoblarse a principios del siglo XVIII. En un documento de 1791, Don Santiago Vivas y Muñoz, abad y párroco en Roturas dice que "hay en este término del pueblo un territorio llamado Torrejón, en el que hubo vecinos, pero sin parroquia y acudían a las funciones de iglesia a esta parroquia de Roturas y aún hoy hay en este pueblo sujetos antiguos que conocieron vecinos en él, yo me persuado que la causa de su despoblación sería el quebrantamiento de tener el trabajo de venir a este pueblo a oír misa, que dista de él un buen cuarto de legua, hoy aquellas que fueron casas son huertos y propiedades de estos vecinos de Roturas". Sin embargo los vecinos contaban que habían tenido que trasladarse por las muchas hormigas que había en Torrejón.

Las iglesias del municipio conformaban lo que se llamó la Real Abadía de Cabañas, que siempre fue de patronazgo real. Por lo menos desde el siglo XVI el patrón de la abadía fue San Gregorio Ostiense, a cuya fiesta concurrían todos los pueblos el 9 de mayo.

Entre los abades, que en el siglo XVIII, según documentos de la época, vivían en Roturas y tenían tenientes en las demás iglesias, hay nobles como Don Fernando de Monroy y Ayala (hacia 1580), hijo de Francisco Monroy, primer conde de Deleitosa. También fue abad de Cabañas, entre 1591 y 1593, Don Juan del Castillo, que antes fuera obispo de Cuba. El último abad de Cabañas fue Don Juan Rafael Núñez, que murió en 1848.

Una constante en la historia del municipio ha sido la emigración. En la primera mitad del siglo XX sería a Hispanoamérica (México, Argentina, Brasil), y son muchas las familias que tienen familiares en alguno de estos países.

Sin embargo la emigración a Hispanoamérica comenzó en el siglo XVI, cuando en torno a medio centenar de personas procedentes de los pueblos que componen actualmente el municipio pasaron a América. Una historia que conocemos es la de Pedro Alonso, de Cabañas. Su cuñado Alonso Ramiro, que había sido sastre en Trujillo, emigró en 1575 con su mujer y tres hijos a La Puebla de los Ángeles, (México), que había sido fundada en 1531. En 1576 le escribe una carta a Pedro Alonso, pidiéndole que emigre, dándole instrucciones de cómo pedir la licencia y diciéndole que "si acá quisiéredes ser labrador, aprovecharos ha el trabajo mejor que no allá, porque es la tierra fértil y abundosa, y se coge pan dos veces en el año, y es una tierra templada, que no hace frío ni calor demasiado". Pedro Alonso emigraría a México en 1577 con su mujer y cinco hijos. Ese mismo año emigraría también Juan Ramiro, sastre, vecino de Trujillo y natural de Cabañas, "para estar en compañía de Alonso Ramiro, su hermano".

Entre 1950 y 1974 casi 700.000 extremeños viajaron hasta Madrid, Barcelona, País Vasco, Francia, Suiza, Alemania y Holanda principalmente. Este éxodo rural se ve reflejado en las alteraciones del censo de población : En 1960 había 1.731 habitantes, en 1970 eran 1.156 habitantes y en 1980 la población era de 725 habitantes.